LILAS
Cerca de mi domicilio actual, en un reducido jardín, todavía subsisten algunos ejemplares de lilas, arbustos que se pueblan de voluminosos racimos de flores purpúreas que despiden un penetrante y fragante aroma.Inevitablemente, cada vez que percibo su fuerte aroma, mi mente rebobina imágenes de mi infancia que me trasladan a un recóndito lugar, escenario de vivencias marcadas por un afán de exploración al que tan proclives son los niños.
La Ventosilla, una pequeña barranca, en tiempos feraz huerta, con su coqueta fontana de límpidas y cristalinas aguas, nos ofrecía el espacio necesario para nuestro solaz, cuando no aprovechábamos el secular abandono de los frutales de la finca para obtener de manera gratuita un aporte nutritivo adicional a base de almendras, nueces, cerezas o zarzamoras.Era tal vez el único solar donde se podían encontrar lilas en todo el término municipal, y aunque debieron conocer mayor esplendor en el pasado, todavía mantenían una saludable lozanía como atestiguaba un intenso y delicioso aroma que ya se detectaba desde la cancela de entrada.En mi memoria, aquellas lilas siguen exhalando su excelso perfume.Quizás sea lo único que quede de ellas hoy en día.
Saludos.
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