BRIAN

No pudieron elegir un nombre más apropiado para suplantar la personalidad del Mesías cristiano en la divertida cinta que los Monty Python rodaron allá por 1979 con el grandilocuente título de La vida de Brian.No en vano el origen onomástico de tal nombre es de clara raigambre céltica y es, por tanto, relativamente frecuente entre los nativos de la dulce Erín, la brumosa Caledonia o el diáfano Gales.Y en cierto modo, el Brian de ficción es émulo del agitador judío al menos en lo que respecta a su oposición al elemento invasor de su respectiva tierra.

¿Qué se puede decir a estas alturas de los Monty Python que no se haya dicho por activa o por pasiva hace tiempo?.Encarnaban un modelo de humor genuinamente británico, distinguible por sus ácidas apelaciones a la inteligencia del espectador, por su fresca originalidad, por su exultante genialidad a la hora de componer diálogos rayanos en un surrealismo constructivista que hace aflorar la sonrisa desde muy dentro de las circunvoluciones cerebrales.Y se puede decir que con la vida de Brian alcanzaron la cima de su producción cinematográfica, que tampoco fue excesiva.

La acción transcurre en la Judea de los albores de la era cristiana, donde un indolente muchacho de padre desconocido, sin pretenderlo premeditadamente, se ve elevado a la condición de caudillo de una de las numerosas facciones antiimperialistas que pululaban entre los entresijos de la depauperada sociedad judaica romana.Tras enrevesados avatares y estrambóticas situaciones que el ínclito aspirante a Mesías debe superar en su indesmayable lucha contra el enemigo interior y exterior, todos conocemos el triste final de esta historia.Aunque, a diferencia de la narración evangélica, se puede extraer una conclusión optimista: Always look on the bright side of life.Y si eso mismo se puede silbar o cantar, mejor que mejor.Son esos espléndidos momentos los que nos hacen la vida menos monótona.Al menos en mi caso particular, muchos de esos buenos momentos están asociados a los Monty Python.

Saludos.