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lunes, octubre 23, 2006

BAGOAS

El personaje de Alejandro Magno ha cautivado a numerosos artistas, escritores, incluso militares y políticos que, por diversos motivos, han elevado la figura histórica del macedonio a la categoría de semidios.Dentro de tan heterogéneo elenco, la escritora inglesa Mary Renault compuso una afamada trilogía que recorre cronológicamente la vida y hechos de Alejandro Magno, desde su plácida niñez hasta su trágica defunción, víctima de sus propios sueños.

La segunda parte de la trilogía, El muchacho persa, aborda la etapa cenital de la conquista de Asia por parte de sus huestes, marcada por ese deambular inasequible al desaliento tan alejandrino, buscando siempre el non plus ultra, aunque para ello necesitase la coartada que le brindaba la huida del Gran Rey de los persas, Darío III.Bajo la mirada embelesada de un jovencísimo eunuco persa, Bagoas, arrebatado a Darío con motivo de su huida en Gaugamela, y su brillante prosa, la novela muestra el hilo sobre el que Alejandro teje su tela de araña, dentro de la cual acabará sus días de gloria y conquista.

La nebulosa condición sexual del protagonista vuelve a escena como no podía ser de otra manera, poniendo de manifiesto su supuesta bisexualidad, que actúa a modo de bisagra entre las antagónicas concepciones griega y persa.Bagoas llegó a convertirse para el soberano universal en un soporte vital, cuya función excede la puramente sentimental para traspasar los límites que separan el poder omnímodo de la insignificancia de un vulgar súbdito.Un tal grado de cercanía al monarca heleno debió granjearle no pocas enemistades entre los compañeros griegos que lo asociaban con uno de los numerosos caprichos reales.

Fallecido Alejandro, se especula con su probable final a manos de alguna de las esposas del macedonio, celosa del poderoso ascendiente del persa sobre el apolíneo hijo de Filipo.Despues de todo, su nombre ha quedado indeleblemente grabado junto al del utópico Alejandro, como inmortal pasaje histórico, algo que seguramente nunca llegó a pensar en vida.Un desdichado azar le convirtió involuntariamente en castrado, otro afortunado azar le puso en la senda alejandrina.Y ese camino siguió hasta que su valedor inclinó la cerviz.

Saludos.

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4 Comments:

Blogger Peggy said...

Alejandro y el helenismo , es una epoca fascinante ......,

9:03 p. m., octubre 26, 2006  
Anonymous Anónimo said...

Saludos, Galufante. Tu erudición no deja de sorprenderme. Como decía el niño de "Amanece que no es poco"... ¡lo que se aprende!

9:18 p. m., octubre 26, 2006  
Anonymous Anónimo said...

Bueno...ahora sí me deja, no me preguntes por qué.
Yo quiero ser Alejandro, con lo del nudo gordiano y tal, que me parece lo mejor de todo.
Con un par!
Dame la bienvenida, vivía sin vivir en mí, oiga!
Un beso

12:39 a. m., octubre 27, 2006  
Blogger Galufante said...

Peg:

Cierto, aunque no envidio la suerte de los elegidos para ser capados...

Anita:

A veces, todos tenemos la espada que puede deshacer ese nudo gordiano, pero no sabemos usarla...
Me alegra que te reencuentres con tu vida.

Besos.

Hormigo:

Es que ese niño sabía lo que se decía, a pesar de su corta edad...
Siempre honrado de poder sembrar la semilla...

Agur.

8:16 a. m., octubre 27, 2006  

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