ATLAS

En la mitología griega, el gigante Atlas es condenado por Zeus a sostener sobre sus anchas espaldas la pesada carga que forman el firmamento y la Tierra que habitamos los mortales despues de acaudillar la rebelión de los titanes contra las deidades del Olimpo.Desconozco si existe algún tipo de relación entre este formidable ser mitológico y la cadena montañosa que se extiende a lo largo de nuestro vecino del otro lado de las columnas de Hércules, aunque si que cabe inferir una cierta similitud respecto a la simbología que se deriva de unos picos vertiginosos que emulan sólidos pilares sustentadores del peso de la bóveda celeste.

El Atlas marroquí se extiende desde el nordeste hasta el suroeste del país alauí, alcanzando los 4165 metros de altura en el Djebel Toubkal.Rodeados del omnipresente desierto del Sahara, nevados picos de nieves eternas presiden un panorama agreste y frondoso de bosques de cedro y pequeños regatos que se deslizan hacia los ardientes arenales a través de despeñaderos naturales e inusuales cataratas tan ensoñadoras como las de Ouzoud.

En la ruta de las kasbah se encuentran pequeños reductos medievales de viejas ciudadelas fortificadas vetadas para el ojo del infiel, que merced a esa no tan negativa globalización tiene la oportunidad de sumergirse en una época de la historia que ya creíamos superada vagando entre angostas callejas resguardadas del implacable sol del desierto sólo transitadas por unos cuantos imberbes y escapistas mujeres ataviadas según los más estrictos mandamientos de la ley coránica.

Sin duda, no existe una bidireccionalidad equitativa entre los misérrimos ocupantes de pateras y cayucos que llegan a nuestras costas mendigando una oportunidad y los contingentes de visitantes hispanos que vuelven la vista hacia el Sur y bucean entre los residuos de una cultura que floreció siglos ha en nuestro solar patrio.En muchos lugares de Marruecos se sigue evocando la memoria de aquellos emigrantes que procedían del norte.Ciudades imperiales como Fez todavía conservan un rico legado artístico y literario heredado de aquellos antiguos andaluces.

Acostumbrados a dirigir nuestros pasos hacia ese próspero norte al que tanto envidiamos, una miradita hacia el Sur puede ayudarnos a cambiar ciertas preconcepciones asumidas por la tradición y una animadversión secular hacia esas personas de tez renegrida que conocemos como moros.En todo caso, no me pienso poner burka para la ocasión.Tampoco se trata de eso.

Saludos.