SAMPEDRO
Un afamado cineasta hispano, que ya ha saboreado las mieles del éxito multitudinario a pesar de su corta edad, tuvo la osadía supina de trasladar a la pantalla la heroica aventura de un ser humano que se vio completamente privado de la movilidad de sus miembros cuando era bastante joven, producto de una de tantas alocadas ocurrencias tan frecuentes a esa edad. No creo que a nadie le resulte desconocida la humanamente trágica historia de este hombre, entregado al final de sus días a la que era su máxima y su única ambición, dejar de ser.
Es duro pensar que una persona pueda desear su propia muerte, porque si algo realmente nos pertenece, eso es nuestra vida, lo más valioso, lo único realmente valioso, ese hálito que nos impulsa a seguir adelante, a gozar de esa fabulosa oportunidad que nuestros padres nos concedieron.Y además, es difícilmente comprensible como es el proceso que conduce a pensar a un ser humano en su propio fin.Porque vida y ser son biunívocos, no se comprende el uno sin el otro.Y ansiar perder nuestra identidad sin posibilidad de dar marcha atrás me parece irracional.
Pero si reflexionamos un instante, también es cierto que una existencia incompleta, obstaculizada, varada, impedida tiende a rebajar la dignidad de una persona que asiste desarmada y reducida a un mero tránsito por este valle de lágrimas sin ningún objetivo plausible ni posible.Porque autonomía y ser también son sinónimos.Y una persona privada de autonomía motriz no deja de tener un cierto parecido a un vegetal.
Debo ponerme del lado de la libertad de pensamiento, de la fatalidad en este caso, y apoyar la durísima decisión que asumió Ramón Sampedro, el marinero coruñés que impactó su cabeza contra un fondo arenoso en la Praia das Furnas, porque como seres individualizados que somos, nunca podremos conocer aquello que alumbran otras neuronas, ni en muchos casos compartirlo, aunque SIEMPRE respetarlo.Mis respetos a Ramón.Fuiste muy valiente.
Saludos.
Es duro pensar que una persona pueda desear su propia muerte, porque si algo realmente nos pertenece, eso es nuestra vida, lo más valioso, lo único realmente valioso, ese hálito que nos impulsa a seguir adelante, a gozar de esa fabulosa oportunidad que nuestros padres nos concedieron.Y además, es difícilmente comprensible como es el proceso que conduce a pensar a un ser humano en su propio fin.Porque vida y ser son biunívocos, no se comprende el uno sin el otro.Y ansiar perder nuestra identidad sin posibilidad de dar marcha atrás me parece irracional.
Pero si reflexionamos un instante, también es cierto que una existencia incompleta, obstaculizada, varada, impedida tiende a rebajar la dignidad de una persona que asiste desarmada y reducida a un mero tránsito por este valle de lágrimas sin ningún objetivo plausible ni posible.Porque autonomía y ser también son sinónimos.Y una persona privada de autonomía motriz no deja de tener un cierto parecido a un vegetal.
Debo ponerme del lado de la libertad de pensamiento, de la fatalidad en este caso, y apoyar la durísima decisión que asumió Ramón Sampedro, el marinero coruñés que impactó su cabeza contra un fondo arenoso en la Praia das Furnas, porque como seres individualizados que somos, nunca podremos conocer aquello que alumbran otras neuronas, ni en muchos casos compartirlo, aunque SIEMPRE respetarlo.Mis respetos a Ramón.Fuiste muy valiente.
Saludos.
4 Comments:
lo fue , una decision personal dificil de tomar , pero el sabra , de todas formas lo importante es ser dueño de tu propia vida ......somos afortunados al no tener que tomar esas decisiones , CarpeDiem , kisses
Peggy:
Pero serías tan valiente como lo fue él para adoptar la más extrema de las medidas???
Kisses.
Agur.
Quizas la valentia sea seguir viviendo , piensalo.....
Peggy:
O la cobardía de seguir viviendo...quién sabe..
Agur.
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