INDIANA JONES

Aunque no suelo prestar demasiada atención a esas sagas cinematográficas con las que la industria del sector inunda las salas de proyección, existe una gloriosa excepción con nombre de estado norteamericano de rancia tradición sudista y apellido anglosajón bastante común.Debo confesar mi adicción irreductible hacia el fenómeno Indiana Jones y sus hazañas en el celuloide, esa divina trilogía que corre el grave riesgo de pasar a la posteridad como la única y fabulosa herencia del personaje para las generaciones venideras, socavando la sempiterna, volátil y fugaz esperanza que toda una cohorte de seguidores ha depositado en las nuevas aventuras de su idolatrado adalid.

Indiana Jones aúna a un tiempo una serie de cualidades que reunidas conforman un arquetipo de ser humano al que casi todos desearíamos parecernos.Su atractivo físico, su distinguido porte, su corrección académica y su exquisita erudición se complementa con un conjunto de actitudes que no se adaptan a la imagen de arqueólogo de biblioteca inherente al emérito profesor universitario indefenso ante el acoso de sus entusiastas alumnas, remiso a asumir su cota de merecida gloria fruto de sus conspicuas exploraciones e insólitos hallazgos.Porque cuando las circunstancias así lo requieren, aparece la otra cara de Indy, el del impenitente látigo, chupa de cuero ajada y sombrero gastado, capaz de soslayar las más peligrosas situaciones que uno pueda imaginar y salir indemne del desafío que plantean.

No deja de ejemplificar esa primitiva dualidad entre las ideas y la praxis, el pensamiento y la acción, en este caso reunidas en la misma persona.En el fondo, todos compartimos con Indy esa contradicción ambivalente que permite recoger los frutos de ambas facetas.Aunque sólo sea a pequeños tragos.Pese a todo, siempre es reconfortante la ensoñación en la que nos sumerge Indy cuando se apresta a saltar a la otra orilla de un abismo de lava o se lanza involuntariamente a una velocidad endiablada por un vertiginoso acantilado rocoso.

Tengo entendido que se anda barajando entre Lucas, Spielberg y el propio Harrison Ford la posibilidad de una deseada entrega de nuevas vicisitudes del sagaz arqueólogo.Despues de andar buscando el Arca Perdida, las piedras Sankara y el Santo Grial, siento una curiosidad enfermiza por conocer cual será el misterio arqueológico que Indy intentará desvelar.Candidatos a ser la diana de tal búsqueda los hay a decenas.Me decanto, sin embargo, por volver a sentir la ilusión de gozar con los avatares del destripaterrones más universal de la cinematografía.

Saludos.