PROPIEDAD, UN VALOR EN DECADENCIA
El término propiedad sirve para definir la relación de subordinación entre el posesor y el objeto susceptible de ser poseído, aunque también existe otra acepción ateniente a la condición de pertenencia a un determinado grupo, colectivo, congregación u orden de alguno de los miembros que conforman la estructura comunitaria.
La propiedad cobra una dimensión desmesurada dentro de la escala de valores que maneja la sociedad actual, primando la superioridad autoimpuesta de los bienes materiales que uno posee en propiedad sobre aspectos menos tangibles que orbitan alrededor de eso tan desprestigiado que damos en llamar valores morales, conciencia, cualidades teologales o principios metafísicos sobre los que se sustenta y se contruye el armazón de la conducta humana.
Respecto a la defensa de los enunciados que nos tildan como pertenecientes a las diversas estructuras que emanan de nuestros modos de convivencia, cabe colegir la aparente perversidad que antepone lo nuestro a lo ajeno en una absurda emulación de esa eterna lucha maniqueísta entre el bien y el mal.Inconscientemente, dejamos que nuestras membranas pierdan un tanto de su impermeabilidad respecto a contingencias de corte gregarista, en ocasiones como consecuencia inevitable de un ambiente imbuido por una saturada atmósfera de corporativismo, laboralmente hablando.Que duda cabe que nuestra capacidad crítica decrece en relación directa con la escalada del corporativismo.Y cuando se alcanza un cierto umbral, ahí deben saltar las alarmas que nos avisen acerca del peligroso abismo al que nos estamos asomando.Aunque, de todo tiene que haber en la viña del Señor, para algunos ese umbral sencillamente no exista y para otros, ingenuos ellos, ni siquiera sea un evento digno de requerir su reconcentrada atención.
El ejercicio de la propiedad no deja de constituir una engañosa manera de distraer las pesquisas de aquellas mentes inquietas, dispuestas a voltear el edificio construido a base de prebendas y privilegios.Y al mismo tiempo, esta actitud profundamente clasista, no puede sino perjudicar a la larga a la organización que la profesa.Porque, como bien dice el refrán, arrieritos somos y en infojobs nos encontraremos.Así que un servidor desea bajarse del tranvía de la propiedad, si es que alguna vez estuvo ocupando un asiento.Los que quieran, que sigan montados hasta que se aproxime el cataclismo.Propiedad, por piedad.
Saludos.
La propiedad cobra una dimensión desmesurada dentro de la escala de valores que maneja la sociedad actual, primando la superioridad autoimpuesta de los bienes materiales que uno posee en propiedad sobre aspectos menos tangibles que orbitan alrededor de eso tan desprestigiado que damos en llamar valores morales, conciencia, cualidades teologales o principios metafísicos sobre los que se sustenta y se contruye el armazón de la conducta humana.
Respecto a la defensa de los enunciados que nos tildan como pertenecientes a las diversas estructuras que emanan de nuestros modos de convivencia, cabe colegir la aparente perversidad que antepone lo nuestro a lo ajeno en una absurda emulación de esa eterna lucha maniqueísta entre el bien y el mal.Inconscientemente, dejamos que nuestras membranas pierdan un tanto de su impermeabilidad respecto a contingencias de corte gregarista, en ocasiones como consecuencia inevitable de un ambiente imbuido por una saturada atmósfera de corporativismo, laboralmente hablando.Que duda cabe que nuestra capacidad crítica decrece en relación directa con la escalada del corporativismo.Y cuando se alcanza un cierto umbral, ahí deben saltar las alarmas que nos avisen acerca del peligroso abismo al que nos estamos asomando.Aunque, de todo tiene que haber en la viña del Señor, para algunos ese umbral sencillamente no exista y para otros, ingenuos ellos, ni siquiera sea un evento digno de requerir su reconcentrada atención.
El ejercicio de la propiedad no deja de constituir una engañosa manera de distraer las pesquisas de aquellas mentes inquietas, dispuestas a voltear el edificio construido a base de prebendas y privilegios.Y al mismo tiempo, esta actitud profundamente clasista, no puede sino perjudicar a la larga a la organización que la profesa.Porque, como bien dice el refrán, arrieritos somos y en infojobs nos encontraremos.Así que un servidor desea bajarse del tranvía de la propiedad, si es que alguna vez estuvo ocupando un asiento.Los que quieran, que sigan montados hasta que se aproxime el cataclismo.Propiedad, por piedad.
Saludos.
4 Comments:
Bueno, pero sobre todo tú no te enfades.
Y no te pierdas de vista, que corres mucho peligro ahí expuesto en el escalafón.
Ves? a mí eso no me pasará nunca, es lo que tiene relacionarse con según quién...QUE HAY MUCHO GILIPOLLISMO, JOMÍO!! Tú si ves que flaqueas, corriendo pa l'Alcarria que te quiten las somarrerías. Y si no, ya me avisas que te pongo yo las pilas pero escapao!!
Un beso.
Ana:
No te preocupes, que hace tiempo que me retiré a mis cuarteles de invierno y ahora me dedico a ver los toros desde la barrera...Eres una inyección de aire fresco alcarreño en este tu blog amigo...como dice mi madre...todo el agua en canales y el río...seco...
Agur.
Uys, qué amable!!
Tu madre, una sabia. Y por las partes que me tocas, esta que lo es es agua ya desencauzada, y que dure un poquito, majo, que ya estuve canalizada lo que me correspondió.
He dicho.
Descanalicemonos pues...
Si nos vamos a poner enrevesados...
Agur.
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