MEDIOCROCIA
Puedo comprender las expresiones atónitas de extrañeza y asombro que se puedan derivar de tamaña aberración léxica producto de mi inagotable imaginación, un tanto rebuscada, reconozcamoslo.Tamaño vocablo responde a la fusión de términos tan usuales en este país nuestro como son mediocridad e idiocia, sonoros nombres para definir parcialmente la idiosincrasia imperecedera del carácter patrio.
Supongo que a ningún hijo de vecina se le escapa que ayer se produjo el debut de la selección nacional en el Campeonato del Mundo de Alemania de una manera tan brillante, esplendorosa y plena de poderío que nos permite concebir alguna esperanza tangible de pasar de los fatídicos cuartos de final a los que nos tienen acostumbrados los jugadores una competición tras otra.
Lógicamente y respondiendo a la particular filosofía patria, aquellos alfeñiques por los que ayer nadie daba un duro han pasado a convertirse por arte de birlibirloque en heroes nacionales encumbrados al olimpo de las estrellas del balompié mundial.Se lanzan las campanas al vuelo, dentro de un clima de euforia patriotera que ayuda a olvidarse de las nimias dificultades cotidianas.Claro que con la misma celeridad que se pasa del cero al infinito, el camino de vuelta pasa por ser moneda de cambio habitual en cuestión de días, horas incluso.Suele ocurrir que aquel que por la mañana era adorado como un ídolo de masas se acueste vilipendiado y sea objeto de la pública mofa.
Es el cainismo una doctrina que profesamos inconscientemente a diario una buena parte de los españoles.Somos amantes de los extremos, de los largos recorridos, de profesar una renuente inclinación a percibir la realidad en monocromo producto de esa cíclica ósmosis que se produce a través de la permeable membrana que separa el amor del odio.
Impera el reino de la mediocridad, sólo se valoran las manifestaciones bipolares, la excelsitud o el fracaso, los destellos meteóricos y las debacles desastrosas.Y la idiocia es inherente a nuestros genes ibéricos, algo aplastante si nos atenemos a las escandalosas reacciones populares ante los resultados deportivos de las selecciones futboleras patrias.Así que, en un arranque de sinceridad, podríamos tildarnos de mediocrotas o mediocráticos o mediocrocios, dejo que cada uno ponga el calificativo que desee.Mediocrocia al poder...o desde el poder.Ah, por cierto, mediocrota como me confieso, espero que este año, sí.
Saludos.
Supongo que a ningún hijo de vecina se le escapa que ayer se produjo el debut de la selección nacional en el Campeonato del Mundo de Alemania de una manera tan brillante, esplendorosa y plena de poderío que nos permite concebir alguna esperanza tangible de pasar de los fatídicos cuartos de final a los que nos tienen acostumbrados los jugadores una competición tras otra.
Lógicamente y respondiendo a la particular filosofía patria, aquellos alfeñiques por los que ayer nadie daba un duro han pasado a convertirse por arte de birlibirloque en heroes nacionales encumbrados al olimpo de las estrellas del balompié mundial.Se lanzan las campanas al vuelo, dentro de un clima de euforia patriotera que ayuda a olvidarse de las nimias dificultades cotidianas.Claro que con la misma celeridad que se pasa del cero al infinito, el camino de vuelta pasa por ser moneda de cambio habitual en cuestión de días, horas incluso.Suele ocurrir que aquel que por la mañana era adorado como un ídolo de masas se acueste vilipendiado y sea objeto de la pública mofa.
Es el cainismo una doctrina que profesamos inconscientemente a diario una buena parte de los españoles.Somos amantes de los extremos, de los largos recorridos, de profesar una renuente inclinación a percibir la realidad en monocromo producto de esa cíclica ósmosis que se produce a través de la permeable membrana que separa el amor del odio.
Impera el reino de la mediocridad, sólo se valoran las manifestaciones bipolares, la excelsitud o el fracaso, los destellos meteóricos y las debacles desastrosas.Y la idiocia es inherente a nuestros genes ibéricos, algo aplastante si nos atenemos a las escandalosas reacciones populares ante los resultados deportivos de las selecciones futboleras patrias.Así que, en un arranque de sinceridad, podríamos tildarnos de mediocrotas o mediocráticos o mediocrocios, dejo que cada uno ponga el calificativo que desee.Mediocrocia al poder...o desde el poder.Ah, por cierto, mediocrota como me confieso, espero que este año, sí.
Saludos.
Etiquetas: Ontología, Terminología
4 Comments:
A mí me lo han dicho mis alumnitos. Si no, ni me entero. Ni siquiera oí los sonoros goles, no sé en qué andaría yo.
Pero vaya, que si hay que ser un poco mediocrocio (era así?) pues en este caso puede valer la pena.
Suerte, muchachitos.
Beso, Galufante.
Ana:
La mediocrocia es el deporte nacional, Anita...él fútbol no deja de ser opio para el pueblo...
Agur.
Es opio para el pueblo, claramente y cada día más. Estoy de acuerdo.
Yo como estoy desintoxicándomeeee.....
si ganamos el mundial ya me lo decís, eh? que ando yo un pelo en Babia.Beso
Anita:
Y tan a gustito que te sentirás en esa agreste comarca leonesa...te envidio...
Agur.
Publicar un comentario
<< Home