CENOTE SAGRADO
La civilización maya se desarrolló en una región comprendida entre el sudeste mejicano, Yucatán, Belize, Guatemala y el oeste de Honduras durante un espacio temporal que se puede datar en el siglo III de nuestra era hasta su extinción de facto tras la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI.
El pueblo maya se constituyó en sociedades urbanas con plena soberanía sobre su entorno, ciudades-estado al modo griego, sobre la base del gobierno de un soberano asistido por una casta sacerdotal que marcaba las directrices a los estratos más bajos de la sociedad maya, agricultores en su mayor parte.Su economía basculaba principalmente sobre la producción agraria de materias primas tan básicas como el maíz, el frijol, la patata o el plátano.Mantenían estrechas relaciones comerciales con las ciudades vecinas a través de redes viales perfectamente conservadas.Y la riqueza del subsuelo permitía la extracción de oro y piedras preciosas, esmeraldas, jade, rubíes, obsidiana, que acarreó la aparición de una clase artesana entregada a la labor de la orfebrería, de la que hoy podemos atestiguar eran excelentes obradores.La fiebre constructora de los soberanos mayas nos ha legado un monumental conjunto de edificaciones, entre las cuales ocupan una elevada distinción las asombrosas pirámides destinadas a guardar los restos de los monarcas.Asimismo, alcanzaron elevadas nociones astronómicas, basadas en sus numerosas torres de observación celeste y desarrollaron sistemas de escritura ideográfica y un ingenioso sistema de numeración.
La cosmogonía maya se compone de un elenco de divinidades esencialmente asociadas a fenómenos naturales como el sol, la luna o el agua, virtudes teologales como la sabiduría y algunos tan necrófilos como los dioses de la muerte o el suicidio.Los dioses mayas, a pesar de su superioridad sobre los humanos, precisan alimento para seguir viviendo puesto que son imperfectos y pueden morir como los humanos.Y no existe ofrenda más valiosa a los dioses que la propia sangre humana, de ahí que el sacrificio ritual y el autosacrificio fueran moneda de cambio dentro de la práctica religiosa maya.
La ceremonia pública del sacrificio de la víctima, que supuestamente era voluntaria, contemplaba normalmente la extracción quirúrgica de su palpitante corazón mediante una incisión ritual en el tórax realizada con un cuchillo de afilada obsidiana.Seguidamente, así extraído, se depositaba el vital órgano a los pies de la imagen esculpida del dios al que se destinaba el sacrificio.El generoso donante, que consideraba un honor ser digno del sacrificio, obtenía el premio de la vida eterna en un lugar preferente cercano a la divinidad.
Aunque no siempre se verificaba el sacrificio de esta guisa.Cuando el dios agasajado era el dios de la lluvia, Chac-mool, se consideraba que la idoneidad de la ofrenda indicaba la realización de la misma en un lugar propicio por su estrecha relación con el dios.Existen en Yucatán unos pozos naturales producidos por la erosión de las capas freáticas de agua y el posterior hundimiento de las capas superiores, llamados cenotes que contienen residuos acuíferos y que por sus escarpadas paredes verticales se prestan a ser el altar sacrificial por excelencia para el dios de la lluvia.
Está comprobado que los mayas ofrecían tiernas doncellas al dios de la lluvia para aplacar su terrible sed de sangre.Y resulta terrorífico pensar en la angustiosa agonía de las afortunadas agraciadas.A pesar de su voluntariedad.
Hace mucho tiempo que acabaron estos cruentos sacrificios.Ahora, pese al avance tecnológico y las irrenunciables conquistas sociales, prefieren mantenernos vivitos y coleando, con la sangre corriendo por venas y arterias.Desde luego, muertos no servimos para nada.La sangre, ese fluido vital.
Saludos.
El pueblo maya se constituyó en sociedades urbanas con plena soberanía sobre su entorno, ciudades-estado al modo griego, sobre la base del gobierno de un soberano asistido por una casta sacerdotal que marcaba las directrices a los estratos más bajos de la sociedad maya, agricultores en su mayor parte.Su economía basculaba principalmente sobre la producción agraria de materias primas tan básicas como el maíz, el frijol, la patata o el plátano.Mantenían estrechas relaciones comerciales con las ciudades vecinas a través de redes viales perfectamente conservadas.Y la riqueza del subsuelo permitía la extracción de oro y piedras preciosas, esmeraldas, jade, rubíes, obsidiana, que acarreó la aparición de una clase artesana entregada a la labor de la orfebrería, de la que hoy podemos atestiguar eran excelentes obradores.La fiebre constructora de los soberanos mayas nos ha legado un monumental conjunto de edificaciones, entre las cuales ocupan una elevada distinción las asombrosas pirámides destinadas a guardar los restos de los monarcas.Asimismo, alcanzaron elevadas nociones astronómicas, basadas en sus numerosas torres de observación celeste y desarrollaron sistemas de escritura ideográfica y un ingenioso sistema de numeración.
La cosmogonía maya se compone de un elenco de divinidades esencialmente asociadas a fenómenos naturales como el sol, la luna o el agua, virtudes teologales como la sabiduría y algunos tan necrófilos como los dioses de la muerte o el suicidio.Los dioses mayas, a pesar de su superioridad sobre los humanos, precisan alimento para seguir viviendo puesto que son imperfectos y pueden morir como los humanos.Y no existe ofrenda más valiosa a los dioses que la propia sangre humana, de ahí que el sacrificio ritual y el autosacrificio fueran moneda de cambio dentro de la práctica religiosa maya.
La ceremonia pública del sacrificio de la víctima, que supuestamente era voluntaria, contemplaba normalmente la extracción quirúrgica de su palpitante corazón mediante una incisión ritual en el tórax realizada con un cuchillo de afilada obsidiana.Seguidamente, así extraído, se depositaba el vital órgano a los pies de la imagen esculpida del dios al que se destinaba el sacrificio.El generoso donante, que consideraba un honor ser digno del sacrificio, obtenía el premio de la vida eterna en un lugar preferente cercano a la divinidad.
Aunque no siempre se verificaba el sacrificio de esta guisa.Cuando el dios agasajado era el dios de la lluvia, Chac-mool, se consideraba que la idoneidad de la ofrenda indicaba la realización de la misma en un lugar propicio por su estrecha relación con el dios.Existen en Yucatán unos pozos naturales producidos por la erosión de las capas freáticas de agua y el posterior hundimiento de las capas superiores, llamados cenotes que contienen residuos acuíferos y que por sus escarpadas paredes verticales se prestan a ser el altar sacrificial por excelencia para el dios de la lluvia.
Está comprobado que los mayas ofrecían tiernas doncellas al dios de la lluvia para aplacar su terrible sed de sangre.Y resulta terrorífico pensar en la angustiosa agonía de las afortunadas agraciadas.A pesar de su voluntariedad.
Hace mucho tiempo que acabaron estos cruentos sacrificios.Ahora, pese al avance tecnológico y las irrenunciables conquistas sociales, prefieren mantenernos vivitos y coleando, con la sangre corriendo por venas y arterias.Desde luego, muertos no servimos para nada.La sangre, ese fluido vital.
Saludos.
Etiquetas: Avatares, Maravillas, Panorama
6 Comments:
Conozco alguno de los cenotes de Yucatán.
Sólo comentarte que en México se sienten bastante ofendidos cuando lo escribimos con j, aunque sea admitido por la RAE y esas cosas.
(el nombre oficial del país es México).
Bye
Carmen:
Mujer, si es por eso, concedido...Méjico lindo y querido...
Besos.
Agur.
En Cuenca a los cenotes les llamamos torcas. En Cañada del Hoyo, hay tres tres torcas con agua preciosas, que forman lagunas, cada uno de un color (azul, verde y parda) y con su leyenda. ¿las conoces?
Lula:
No podría considerarme paisano de pro sin conocerlas...Algo he oído acerca de las leyendas que envuelven de misterio los orígenes de las lagunas, particularmente la de la Gitana, al parecer los mitos sacrificiales no son privativos del mundo maya...
Creo que los antiguos olcades, pobladores autóctonos de las pedanías serranas conquenses en época prerromana, no practicaban cruentos sacrificios...Aunque no dudo de que estos cenotes gozasen de algún tipo de carácter sagrado...
Supongo que conoces asimismo las torcas de los Palancares, hace tiempo puse un post al respecto...
Saludos, paisana.
Agur.
Aunque nací en Henrejos, mi familia materna es de Valdemorillo de la Sierra que está al lado de Cañada del Hoyo. Y por supuesto que conozco los palancares y sus torcas secas de las que salen airosos los pinos.
Lula:
En Cuenca sí de algo podemos presumir es de paisaje...toneladas de aire puro, pinares inmensos, hoces...
No tenía ninguna duda sobre tu conocimiento de las torcas de los Palancares...
Agur, paisana.
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