DE-FUNCIONARIOS
La trayectoria profesional de una persona se desliza por diferentes fases fácilmente reconocibles por todos nosotros.Al fogueo inicial acompañado por una cuota de ilusión ilimitada le sucede una etapa de consolidación y afirmación en el desempeño laboral que, en muchos casos, viene asociada inextricablemente con un acentuado descenso del ímpetu inicial y un pronunciado aumento del sentido común y de un cinismo de tinte proteccionista.Cuando un profesional, un trabajador, ha alcanzado tal grado de competencia, se presenta una bifurcación en el camino que determinará nuestras futuras aspiraciones.
La tal espada de Damocles supone la decisión, que usualmente se encuentra fuera de nuestro ámbito de elección, de subir un peldaño más en esa escalera que metafóricamente representa nuestra vida laboral o quedarse estancado en un reducto competencial del que ni se puede subir, ni se debe bajar.Que duda cabe que el nivel de insatisfacción personal, algo eminentemente subjetivo, crece en proporción inversa a la altura del escalón alcanzado.
Y cuando se toma la senda, o te obligan a tomarla, de la habitación sin vistas, es cuando surgen las reflexiones acerca de la búsqueda de posibles soluciones al atolladero en el que se convierte el desarrollo profesional de un trabajador.Una de esas posibles opciones atañe a la manoseada, vilipendiada por unos, idolatrada por otros, Función Pública, vulgo Administración, en sus diferentes acepciones de estatal, autonómica o local.
Se estima que el trabajo para la administración proporciona una serie de beneficios como puedan ser la estabilidad en el empleo, la progresión profesional y la comodidad en el desempeño.Claro que poderosos nubarrones en forma de desmotivación laboral, bajos emolumentos y acceso restringido a las plazas ofertadas ensombrecen la aparente supremacía de las bondades del funcionariado.
En cualquier caso, supongo que a determinada edad, a todos se nos ha pasado por la cabeza alguna vez la posibilidad de preparar unas oposiciones y que salga el sol por donde quiera.Aunque salga por Antequera.¿O no pensais?.
Saludos.
La tal espada de Damocles supone la decisión, que usualmente se encuentra fuera de nuestro ámbito de elección, de subir un peldaño más en esa escalera que metafóricamente representa nuestra vida laboral o quedarse estancado en un reducto competencial del que ni se puede subir, ni se debe bajar.Que duda cabe que el nivel de insatisfacción personal, algo eminentemente subjetivo, crece en proporción inversa a la altura del escalón alcanzado.
Y cuando se toma la senda, o te obligan a tomarla, de la habitación sin vistas, es cuando surgen las reflexiones acerca de la búsqueda de posibles soluciones al atolladero en el que se convierte el desarrollo profesional de un trabajador.Una de esas posibles opciones atañe a la manoseada, vilipendiada por unos, idolatrada por otros, Función Pública, vulgo Administración, en sus diferentes acepciones de estatal, autonómica o local.
Se estima que el trabajo para la administración proporciona una serie de beneficios como puedan ser la estabilidad en el empleo, la progresión profesional y la comodidad en el desempeño.Claro que poderosos nubarrones en forma de desmotivación laboral, bajos emolumentos y acceso restringido a las plazas ofertadas ensombrecen la aparente supremacía de las bondades del funcionariado.
En cualquier caso, supongo que a determinada edad, a todos se nos ha pasado por la cabeza alguna vez la posibilidad de preparar unas oposiciones y que salga el sol por donde quiera.Aunque salga por Antequera.¿O no pensais?.
Saludos.
Etiquetas: Ámbito social, Disección, Polémicas
1 Comments:
Bueno, trabajar para la Administración siempre se consideró un trabajo seguro, supongo que por eso mucha gente intenta hacerse con un puesto en la misma.
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