ESTAMBUL: EL ENCANTO DE LA AMALGAMA

Emprenden los turistas su apretada agenda, mapa en mano, cuando los comerciantes abren sus puestos de exóticas mercancías, los sentidos se ven desbordados por la abrumadora invasión de olores, sabores, colores, sonidos, ese legado oriental que tanto fascina al occidental, que se deja seducir sin condiciones.
La ciudad, megalómana, vital, asfixiante, evocadora, se ofrece con toda generosidad al viajero, que se desborda ante tamaño patrimonio, Santa Sofía y su milenaria cúpula, la mezquita Azul, Topkapi, Torre Gálata, Suleymaniye, Torre de Bayaceto, Yerebatán, Dolmabahçe, Gran Bazar, Bazar Egipcio, Taksim...Se pierde la noción del tiempo, se deambula por silenciosas callejas, se paladea una cálida taza de té, se contempla extasiado los diversos panoramas sobre el Bósforo o el Cuerno de Oro, se refocila perezosamente en un baño turco, se disfruta el viaje, en suma.
Estambul es también y principalmente, un universo de gentes y vivencias, y el viajero, amante de hollar caminos no demasiado transitados, se sumerge en la aventura de conocer y palpar lo que no aparece en los folletos al uso, Kariye, Piyer Loti, Kumkapi, Rustem Pasha, Eyup, Uskudar, Rumeli, y no se siente defraudado en su periplo.
Los últimos rayos de sol refulgen tras la majestuosa mezquita Azul, resuenan las chirimías y los rabeles incitando al viajero a nuevas sensaciones, sentado a una incitante mesa cubierta de suculentos manjares, y la noche se adueña del firmamento de la ciudad entre dos mundos, ambivalentes, contradictorios y complementarios a la vez.
Cuando el viajero consigue doblegar la numantina resistencia interna que le impele a continuar la fiesta de las sensaciones, piensa inmediatamente en el próximo amanecer.
Y desea que se produzca, otra vez, en Estambul.
Saludos.
Etiquetas: Maravillas, Panorama, Rescoldos
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