GUANTANAMERA

Cuba es una isla que respira musicalmente por todos sus poros, no se concibe la perla del Caribe sin ese acerbo popular por el ritmo que se manifiesta en un sinfín de estilos desde el genuino son, el bolero o la guaracha hasta sonidos más enraizados en el continente africano como el guaguancó o el yambú.El cubano nace con el ritmo en la sangre y lo transmite hereditariamente.Cuando se pasea por las calles de una ciudad cubana la atmósfera está henchida de notas desperdigadas que se entrecruzan y que predisponen al movimiento.Parece que la cintura cobre vida propia.

Guantanamera es una canción popular cubana universalmente conocida cuyo origen hay que buscarlo en unos versos del héroe local José Martí.De este tema se han realizado múltiples versiones, dentro y fuera de la isla, e incluso forma parte de la banda sonora de la película de Tomás Gutiérrez Alea con el mismo nombre.Sus estrofas pretenden realzar la belleza, el garbo, el porte, la elegancia de las mujeres de un remoto rincón del sudeste cubano, Guantánamo.Es un canto a los encantos de las guajiras de esa tierra abrasada por el sol y regada por el ron que se destila en los ingenios azucareros.

No tan idílico resulta el cautiverio al que, desde el año 2002, han sido y siguen siendo sometidos casi 300 prisioneros de guerra, no siempre capturados en el campo de batalla, que se pudren en cárceles dentro del enclave militar norteamericano de la base de Guantánamo.Son ya casi 6 años de reclusión, sin cargos, sin acusaciones, sin juicios a la vista y lo mejor de todo, sin una razón objetiva para estar recluidos.Resulta contradictorio que solicitemos y presionemos desde Occidente para que se respeten y se cumplan estrictamente los derechos humanos en aquellos lugares del mundo más desfavorecidos y asolados por las plagas del hambre, la miseria y regímenes políticos dictatoriales, en muchos casos producto de la semilla sembrada por pasados colonialismos, y que hagamos la vista gorda o miremos hacia otro lado cuando el que vulnera, pisotea, transgrede es el tío Sam.Parece que la libertad es una de las muchas banderas que portan con orgullo en el país de la democracia y el liberalismo a ultranza.Debe ser la suya, claro está.Y esos presos, que queman sus mejores años a la sombra de herrumbrosas rejas, si han estado seis largos años en esa situación, supongo que bien pueden permanecer otros seis así.Todo sea por la libertad.

Saludos.