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viernes, septiembre 21, 2007

LUCERNA

Desde la perspectiva que brinda la atalaya del presente, ahora que ya han pasado unos años desde que tristemente se fue a pique la operadora de viajes Mundo Joven(¿Hay algún madrileño que no haya hecho nunca un viaje con Mundo Joven?), a pesar de que sus planes de viaje eran ciertamente densos y recargados, no puedo dejar de recordar con agrado, incluso con una dosis de nostalgia, aquellas interminables jornadas en ciudades centroeuropeas que siempre se nos hacían demasiado cortas.Fue en el marco de una de esas expediciones donde descubrí la magia de una coqueta localidad suiza de nombre Lucerna.

Condensada en un reducido espacio de tiempo, la visita de Lucerna se aproxima a una especie de gymkana sin ganador, una lucha contra las manecillas del reloj perdida de antemano.Suficiente demora para cruzar el Reuss a través del Kapellbrücke, último bastión de los varios puentes de madera medievales de antaño, tendido allá por el siglo XIV y afortunado al salvarse de las voraces llamas que destruyeron sus homónimos.Vagando por estrechas callejas de impolutas aceras y vistosas fachadas de motivos florales se topa con una formidable escultura que perfila la figura de un león moribundo, el León de Lucerna, exaltación de la fidelidad, conmemoración del regimiento de guardias suizos que pereció en defensa de su rey, el infausto Luis XVI.Haciendo acopio de energías, se trepa literalmente hasta alcanzar una de las escasas torres que se conservan en la vieja muralla de la ciudad, desde donde se ofrece una idílica vista de la ciudad, sus puentes y el aledaño lago de los Cuatro Cantones.Distendidos ante el esfuerzo realizado, sólo resta entregarse a la degustación de una espumosa rubia y dejarse arrastrar por la pacífica estampa de un cielo perlado de azul y el susurro intermitente del Reuss en su fluir hacia su abrazo con el lago.

Pensaba explayarme otro párrafo, por aquello de amenizar la lectura al osado/a que lo intente, acerca de unos utensilios cerámicos destinados a la iluminación casera, pero creo que la narración anterior me ha dejado sencillamente exhausto.Lucernas romanas para otra ocasión.Que la habrá.

Saludos lucerosos.

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