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domingo, septiembre 16, 2007

BAMIYAN

Si unos fanáticos fundamendalistas islámicos detentadores del poder en Afganistán, los monolíticos y siniestros talibanes, no hubieran acometido la destrucción de dos milenarias estatuas de Buda talladas en los acantilados de Bamiyán, atendiendo a criterios iconoclastas de su estricta religión, lo cierto es que poco o nada conoceríamos una mayoría de nosotros acerca de la existencia de los mismos.Tristemente, y desde que en 2001 se procedió a su eliminación sistemática mediante dinamita, ahora lo único que podemos conocer de ellos son los enormes nichos petréos que un día fueron su habitáculo y hoy forman parte de su sepulcro.

Enclavada dentro de una región en el Afganistán central que desde tiempos ancestrales se encuentra en el trayecto de rutas comerciales entre Oriente y Occidente, como la ruta de la Seda, y producto de esa mezcolanza de razas y religiones, hubo un tiempo, siglo VI, en el que una próspera comunidad budista habitaba el valle de Bamiyán.Ambos Budas, hoy sólo en la memoria, fueron erigidos entre los años 507 y 554, con unas alturas de 55 y 37 metros respectivamente.Se considera que la etnia hazara, que hoy ocupa el solar de los constructores de los Budas, desciende de ellos.Quizás ese sea el motivo por el que hasta el último momento cuidaron e intentaron evitar la destrucción de una obra que de algún modo forma parte de su herencia cultural, a pesar de que profesan la fe mahometana.

Ni las presiones internacionales ni el raciocinio acudieron en ayuda de los monumentales Budas que fueron borrados de la faz de la Tierra por un hatajo de descerebrados extremistas, más interesados en proclamar el reinado del terror y la intolerancia que en encontrar soluciones para paliar las pésimas condiciones de vida de sus sojuzgados ciudadanos.Once años antes, cuando un expansionista Saddam decidió reventar otras obras menos esculturales, aunque mucho más energéticas y productivas, la respuesta del llamado mundo libre fue meteórica.

Supongo que también el petróleo puede considerarse como un legado geológico de nuestro remoto pasado, aunque no se halle la mano del hombre en su forjado.Por otro lado, no es algo de nuevo cuño el que, como consecuencia de conflictos bélicos, unos hayan arrasado y asolado, reducido a cenizas, todo el edificio artístico construido por los otros.Es de suponer que al hilo de la cronología, el pensamiento debe progresar solidariamente y es inconcebible que obras de arte que pertenecen al rico patrimonio de la humanidad sean víctimas de la incomprensión, la perfidia, la cerrazón, la intolerancia de grupos de desalmados.

Pero supongo que a nadie le pilla desprevenida una circunstancia como la que he referido.La ignominia del ser humano todavía está lejos de alcanzar su techo.Que no pare la sinrazón.

Saludos.

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2 Comments:

Blogger Désirée said...

La sinrazón no parará nunca, obviamente...

5:56 p. m., septiembre 17, 2007  
Blogger Galufante said...

Demon:

El día que pare, me subiré a este mundo...

Por cierto, muy guapa de blanco...y de negro...y de rojo...y de....

Agur.

7:32 p. m., septiembre 22, 2007  

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