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sábado, febrero 03, 2007

MARFIL

Podemos mostrar nuestra más rendida admiración hacia algunas piezas de museo expuestas detrás de gruesas vitrinas que, merced a la sublime maestría de algún olvidado orfebre, fueron moldeadas por manos artesanas a partir de un informe trozo de material blanquecino, esmaltado, de consistencia durísima conocido como marfil.Una materia prima que sólo puede obtenerse mediante la sustracción de ciertas partes de la anatomía de algunos animales como son los colmillos de elefante o morsa, una penosa labor a la que los pobres brutos nunca se prestaron de buen grado, por lo que, como en tantos otros casos, un elevadísimo número de especímenes han pagado con su vida el precio inmarcesible de la codicia y la ambición humana.

El continente africano ha sido el marco geográfico en el que prosperó desde hace milenios un siniestro trasiego comercial que incluía entre sus mercancías productos como esclavos, marfil, sal y diamantes, todos ellos obtenidos mediante reprobables métodos.Una vez aquellas largas caravanas capitaneadas por tratantes de esclavos faltos de escrúpulos arribaban a la costa magrebí, su preciada mercancía era trocada y despues distribuida por la Europa medieval.Una vez en poder de los obradores, el marfil era cincelado, esculpido, moldeado hasta conseguir magníficas piezas de la más sutil perfección que hoy podemos admirar en forma de arquetas, relicarios, joyeros, estatuillas o simplemente pequeños objetos suntuarios de uso personal.

La fiebre del marfil se adueñó de las potencias coloniales durante el siglo XIX, de forma que no hubo rincón del continente negro que no fuera prospectado por el hombre blanco en busca del valioso material, ya fuera hallado en depósitos fósiles o recurriendo a la matanza indiscriminada de manadas enteras de elefantes.
Tal y como acertadamente expuso Joseph Conrad en su novela culminante, El corazón de las tinieblas, en lo más recóndito del alma africana sólo había cabida para el más sórdido horror.Parece que una preocupación ecológica global, sensibilizada ante la alarmante reducción del número de elefantes africanos, ha conseguido detener la sangría ejecutada en nombre de la posesión del marfil elefantino.Aunque, desgraciadamente, siguen existiendo otros bienes que han tomado el relevo del marfil en la escala de la codicia humana, algo que en nuestro tiempo equivale casi unívocamente al ansia occidental por dominar y poseer las fuentes de riqueza del continente negro.La antigua dicotomía pobres-ricos sigue plenamente vigente y goza de una salud inmejorable.Petróleo, divino tesoro.

Saludos.

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