TEKELI-LI
Suena a onomatopeya polinesia, aunque cuando Edgar Allan Poe imaginó ese graznido brotando del pico de una de esas gigantescas aves que sobrevolaban los cielos antárticos jamás hollados por el ser humano, estaba muy lejos de evocar esas cálidas y sensuales referencias a aquellos remotos paradisíacos lugares en el confín del mundo.Si alguien ha leído alguna vez a Poe o a Lovecraft, no le soñará extraño este sonido tan terriblemente asociado a oscuras visiones de ambos escritores.
Fue Edgar Allan quién en su conocida Narración de Arthur Gordon Pym imaginó un onírico y espeluznante final para su protagonista, atrapado irremediablemente por la atracción del vacío, arrastrado por la fuerza incomparable de una endiablada corriente que se precipita estrepitosamente por un colosal sumidero localizado en el mismísimo Polo Sur, haciéndose eco de toda una larga tradición de supersticiones enraizada en el desconocimiento del medio por parte del ser humano.
Nunca existió un cataclismo de tal magnitud al descrito por el eximio autor norteamericano, producto de su febril imaginación, aunque a día de hoy es posible observar, más allá de las islas Lofoten noruegas, un singular fenómeno acuático conocido como Maëlstrom.La colisión de varias corrientes oceánicas degenera en un vórtice espiral que atrapa todo aquello que cae en su radio de acción para transportarlo a las profundidades marinas.Aunque para no ser excesivamente fantasioso, la magnitud de los remolinos no es equiparable a los desastrosos efectos causados por el siniestro Triángulo de las Bermudas.
Parece que el capitán Nemo, ese remedo de Jules Verne bajo el agua, terminó sus días, literariamente hablando, engullido por la terrible resaca del Maëlstrom.Aunque, en este caso, el libro póstumo no reseña ni aves de extraño porte ni agoreros graznidos que presagiaban la tragedia.La imaginación humana es un poderoso don.Y la realidad, a veces, supera la ficción.Verne, Poe, Lovecraft, fecundos adalides visionarios.
Saludos.
Fue Edgar Allan quién en su conocida Narración de Arthur Gordon Pym imaginó un onírico y espeluznante final para su protagonista, atrapado irremediablemente por la atracción del vacío, arrastrado por la fuerza incomparable de una endiablada corriente que se precipita estrepitosamente por un colosal sumidero localizado en el mismísimo Polo Sur, haciéndose eco de toda una larga tradición de supersticiones enraizada en el desconocimiento del medio por parte del ser humano.
Nunca existió un cataclismo de tal magnitud al descrito por el eximio autor norteamericano, producto de su febril imaginación, aunque a día de hoy es posible observar, más allá de las islas Lofoten noruegas, un singular fenómeno acuático conocido como Maëlstrom.La colisión de varias corrientes oceánicas degenera en un vórtice espiral que atrapa todo aquello que cae en su radio de acción para transportarlo a las profundidades marinas.Aunque para no ser excesivamente fantasioso, la magnitud de los remolinos no es equiparable a los desastrosos efectos causados por el siniestro Triángulo de las Bermudas.
Parece que el capitán Nemo, ese remedo de Jules Verne bajo el agua, terminó sus días, literariamente hablando, engullido por la terrible resaca del Maëlstrom.Aunque, en este caso, el libro póstumo no reseña ni aves de extraño porte ni agoreros graznidos que presagiaban la tragedia.La imaginación humana es un poderoso don.Y la realidad, a veces, supera la ficción.Verne, Poe, Lovecraft, fecundos adalides visionarios.
Saludos.
Etiquetas: Enigmas, Obsesiones, Scriptum
2 Comments:
Me sorprende tanta imaginacion desbordada en tu blog , de todo opinas y con ingenio....)
Peggy:
Ante la absoluta falta de referentes, gloriosa excepción la tuya, es preciso estrujarse las meninges para atraer a la crème de la crème...Aunque creo que la ceci se me ha adelantado...siempre dio resultado lo de echar margaritas a los cerdos...
Gracias por opinar de algo.
Agur.
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