EDGAR ALLAN POE
Pertenece este atormentado escritor norteamericano de Massachussets a ese selecto grupo de autores cuya producción literaria ha encontrado un merecido hueco entre los repletos anaqueles de las estanterías y bibliotecas de aquellos exquisitos catadores de la más excelsa literatura mundial.Si H.P. Lovecraft halló en la explotación del horror humano ante lo desconocido, ante aquello que escapa al entendimiento y la razón penetrando profundamente dentro del inconsciente, la piedra angular sobre la que se desgrana su onírica cosmogonía, Poe demuestra una incomparable maestría para conseguir extraer terroríficos ecos desde esos rincones de la conciencia humana que guardan atávicos sentimientos que se pierden en la noche de los tiempos y que han acompañado al hombre desde su aparición sobre la faz de la Tierra.
Edgar Allan Poe tuvo una existencia terrenal bastante azarosa, presidida por una excesiva afición al juego y una lacerante predisposición hacia el consumo de alcohol que al final le llevaría a la tumba.Inconformista, inconstante, inquieto, derrochador, se convirtió en un personaje singular que gozó de cierta fama gracias a sus mordaces críticas literarias y artículos periodísticos, una actividad que compaginaba con la publicación de sus escritos.
Una mente tan atormentada y, en ocasiones, extraviada por indefinibles vericuetos etílicos, fue capaz de alumbrar brillantes relatos de terror en los que refleja magistralmente algunos de los miedos cervales que erizan las pieles más sensibles.Aunque es el racional miedo a la muerte, narrado en primera persona, el que suele predominar en sus cuentos cortos, como El Pozo y El Péndulo, La narración de Arthur Gordon Pym o El Barril de Amontillado.
Recuerdo con delectación aquellas operetas, cabe calificarlas así, en celuloide que el genial Roger Corman se encargó de elaborar, en base a unos cuantos breves relatos de Poe, en los años 60 con la inestimable colaboración de un Vincent Price que parece haber nacido para interpretar este tipo de papeles.Y concretamente, no puedo dejar de sentir una repulsiva atracción por esa escalofriante escena de El Pozo y El Péndulo en la que el pérfido inquisidor asiste impasible a la repugnante y macabra tortura a que es sometido un incauto inocente, consciente de su horrendo final.Esa sibilante cuchilla prendida de un inexorable péndulo que desciende velozmente para el inerme cautivo.Que acude a su siniestra cita con la muerte para segar otra vida humana.
Claro que tampoco hay que desmerecer la contribución de Poe a la novela de aventuras.Supongo que no debo ser el único que atesora entre sus obras de culto ese corto e intenso relato que es El Escarabajo de Oro.Cuantas veces hemos intentado emular al intrépido Will en nuestra particular isla Sullivan, buscando la silla del diablo desde la que emplazar el catalejo para encontrar ese deseado tesoro.Aunque debo reconocer que el tesoro ya lo había descubierto antes siquiera de comenzar la búsqueda.Sigo disfrutando de su inagotable riqueza.
Saludos.
Edgar Allan Poe tuvo una existencia terrenal bastante azarosa, presidida por una excesiva afición al juego y una lacerante predisposición hacia el consumo de alcohol que al final le llevaría a la tumba.Inconformista, inconstante, inquieto, derrochador, se convirtió en un personaje singular que gozó de cierta fama gracias a sus mordaces críticas literarias y artículos periodísticos, una actividad que compaginaba con la publicación de sus escritos.
Una mente tan atormentada y, en ocasiones, extraviada por indefinibles vericuetos etílicos, fue capaz de alumbrar brillantes relatos de terror en los que refleja magistralmente algunos de los miedos cervales que erizan las pieles más sensibles.Aunque es el racional miedo a la muerte, narrado en primera persona, el que suele predominar en sus cuentos cortos, como El Pozo y El Péndulo, La narración de Arthur Gordon Pym o El Barril de Amontillado.
Recuerdo con delectación aquellas operetas, cabe calificarlas así, en celuloide que el genial Roger Corman se encargó de elaborar, en base a unos cuantos breves relatos de Poe, en los años 60 con la inestimable colaboración de un Vincent Price que parece haber nacido para interpretar este tipo de papeles.Y concretamente, no puedo dejar de sentir una repulsiva atracción por esa escalofriante escena de El Pozo y El Péndulo en la que el pérfido inquisidor asiste impasible a la repugnante y macabra tortura a que es sometido un incauto inocente, consciente de su horrendo final.Esa sibilante cuchilla prendida de un inexorable péndulo que desciende velozmente para el inerme cautivo.Que acude a su siniestra cita con la muerte para segar otra vida humana.
Claro que tampoco hay que desmerecer la contribución de Poe a la novela de aventuras.Supongo que no debo ser el único que atesora entre sus obras de culto ese corto e intenso relato que es El Escarabajo de Oro.Cuantas veces hemos intentado emular al intrépido Will en nuestra particular isla Sullivan, buscando la silla del diablo desde la que emplazar el catalejo para encontrar ese deseado tesoro.Aunque debo reconocer que el tesoro ya lo había descubierto antes siquiera de comenzar la búsqueda.Sigo disfrutando de su inagotable riqueza.
Saludos.
Etiquetas: Obsesiones, Personalidades, Scriptum
3 Comments:
Gran autor. Muy grande. Hasta mis queridos Radio Futura se basaron en uno de sus relatos para su gran "Anabel Lee"
Me lo quitaste de la boca, JB ;-D
Incluso utilicé poemas suyos para diseccionarlos en un trabajo de estética del Romanticismo, en los lejanos años de la facultad de Filosofía...
¿Y qué me dices de La Casa Usher? ;-D
Bedel:
Cierto, cierto, Anabel Lee bebe directamente de las fuentes poetianas.Algo que pondera sobremamera la calidad de la composición.Para mí, Radio Futura siempre serán queridos y admirados.
OkOk:
Sutil y preciosa disección.
Agur.
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