ALEGRÍA PRIMAVERAL
Tras los rigores invernales se presenta esplendorosa la estación de la alegría desbordante, del despertar de la durmiente hibernación de animales y plantas que exhiben sus exultantes galas primaverales plenas de vitalidad y colorido, de la reanimación del entorno natural engalanado adecuadamente para la ocasión.El gélido cielo gris plomizo se abre dando paso al cálido abrazo solar, una flamante aparición que es saludada por los alegres trinos de los renacidos pajarillos, una resplandeciente explosión floral y el final de un tozudo y dilatado resfriado.
Aunque como todo en esta vida, nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira.Si intercambiamos un par de letras y prescindimos de la tilde de la palabra que encabeza este post, se puede encontrar otro rasgo inherente a la estación.Se podría hablar de hipersensibilidad estacional, una reacción desmesurada del cuerpo humano a la invasora corriente renovadora que se manifiesta mediante ostentosas demostraciones de júbilo en vías nasales, bucales y oculares, amén de la comezón provocada por ciertas erupciones dérmicas.
Numerosas personas no somos ajenas a esta dolencia congénita íntimamente asociada a la primavera, que si bien no reviste gravedad ni peligro para su integridad física, sí que se convierte en una molesta compañera de viaje.De forma que el indicador más válido para certificar la llegada de la estación de la alegría es, sin lugar a dudas, el incremento del porcentaje de estornudos por habitante.
El campo luce vistosos tonos desde el rojo intenso de las amapolas hasta el blanco rosado de las flor de los almendros, el aire se impregan del aroma de espliego, de lilas, turgentes espigas se elevan de las cunetas, mientras que esos que tanto se exceden habitualmente en su alegría primaveral se arman de los convenientes antihistamínicos, aerosoles, colirios, y paciencia, mucha paciencia.
Del sabio refranero español se infiere que la primavera, la sangre altera, algo que se cumple a rajatabla en el caso de ese colectivo de sufridores no demasiado silenciosos llamados alégricos, digo, alérgicos.Podemos afirmar sin reservas que es el polen, ese minúsculo agente tan esencial para la reproducción vegetal, el principal causante del contumaz desaguisado que supone el advenimiento de la primavera para toda una legión de involuntarias plañideras.
Por cierto, hoy tengo la sangre alterada, que no adulterada.Y me atrevo a predecir que mañana también la tendré.Nada inusual cuando pensamos en la desbordante alegría que emana de la primavera.Atarax, Ebastel, Polaramine, confío en vuestra capacidad para contener ese exceso de alegría.Y ya puestos, por el mismo precio, de alergia.
Saludos.
Aunque como todo en esta vida, nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira.Si intercambiamos un par de letras y prescindimos de la tilde de la palabra que encabeza este post, se puede encontrar otro rasgo inherente a la estación.Se podría hablar de hipersensibilidad estacional, una reacción desmesurada del cuerpo humano a la invasora corriente renovadora que se manifiesta mediante ostentosas demostraciones de júbilo en vías nasales, bucales y oculares, amén de la comezón provocada por ciertas erupciones dérmicas.
Numerosas personas no somos ajenas a esta dolencia congénita íntimamente asociada a la primavera, que si bien no reviste gravedad ni peligro para su integridad física, sí que se convierte en una molesta compañera de viaje.De forma que el indicador más válido para certificar la llegada de la estación de la alegría es, sin lugar a dudas, el incremento del porcentaje de estornudos por habitante.
El campo luce vistosos tonos desde el rojo intenso de las amapolas hasta el blanco rosado de las flor de los almendros, el aire se impregan del aroma de espliego, de lilas, turgentes espigas se elevan de las cunetas, mientras que esos que tanto se exceden habitualmente en su alegría primaveral se arman de los convenientes antihistamínicos, aerosoles, colirios, y paciencia, mucha paciencia.
Del sabio refranero español se infiere que la primavera, la sangre altera, algo que se cumple a rajatabla en el caso de ese colectivo de sufridores no demasiado silenciosos llamados alégricos, digo, alérgicos.Podemos afirmar sin reservas que es el polen, ese minúsculo agente tan esencial para la reproducción vegetal, el principal causante del contumaz desaguisado que supone el advenimiento de la primavera para toda una legión de involuntarias plañideras.
Por cierto, hoy tengo la sangre alterada, que no adulterada.Y me atrevo a predecir que mañana también la tendré.Nada inusual cuando pensamos en la desbordante alegría que emana de la primavera.Atarax, Ebastel, Polaramine, confío en vuestra capacidad para contener ese exceso de alegría.Y ya puestos, por el mismo precio, de alergia.
Saludos.
Etiquetas: Ámbito social
1 Comments:
Yo lo paso fatal, siempre tengo un monton de alergías y cosas raras en esta época. Cada día mi cuerpo se despierta de diferente forma. Como si fuera un monstruito de plastilina,....jejeje
Animate a dar tu opinión sobre la corrupción en Marbella en mi blog de Periodista Digital que los estoy publicando. Un abrazo
Publicar un comentario
<< Home