RÍO TINTO
El enclave sudoccidental ibérico que se extiende entre la desembocadura del Guadiana y las marismas pantanosas del Guadalquivir es conocida desde los albores de la presencia humana en tales parajes por su riqueza metalífera que ha sido objeto de una intensiva explotación desde los ensoñadores tiempos tartésicos.Bajo el subsuelo esta tierra esconde vetas de valioso cobre, hierro, plata, incluso oro en forma de pepitas extraibles de los lechos de arroyos y ríos.
Las minas siempre han constituido un preciado valor para su posesor, convirtiéndose en uno de los pilares básicos de un voraz Estado siempre necesitado de materia prima para su armamento, acuñaciones monetales o herramientas cotidianas.Fueron los romanos, siempre prácticos, los primeros explotadores masivos de las minas onubenses, desarrollando novedosos sistemas de extracción basados a partes iguales en el ingenio y en la técnica.
Las minas de Riotinto se conocen desde hace más de 5000 años, 5 milenios que han visto excavar, desenterrar, picar, martillear, extraer, barrenar, horadar sus vetustas paredes cobrizas.Una actividad tan incesante y esforzada ha deparado el vertido de sustancias residuales que se han filtrado inevitablemente a la red fluvial, creando espectros líquidos tan originales como el homónimo minero, el río Tinto, cuyo nombre hace gala a la elevada concentración de sales ferruginosas que porta en sus aguas, dotandolas de un gama de irisaciones que va desde el característico bermellón del cauce hasta el sulfuroso amarillo-ocre de sus orillas.
Resulta lógico deducir que la existencia de formas de vida en tales condiciones se antoja imposible.Pero la vida una vez más nos sorprende en forma de resistentes microorganismos con un singular metabolismo que les permite asimilar y medrar en el ponzoñoso disolvente.Parece ser que la poderosa NASA dedica una ingente inversión a los tales diminutos protagonistas con el planeta Marte en el punto de mira.
Sabemos que en Marte no hay ríos en la superficie, constatamos que no se conocen formas de vida tampoco, al menos visibles para el ojo humano.Pero podemos imaginar una presencia intangible medrando en la rojiza superficie marciana, sin agua, sin oxígeno.Mientras que no se pueda confirmar tal ilusión, podremos maravillarnos ante la contemplación de pequeñas pozas coloradas en el río Tinto.
Saludos.
Las minas siempre han constituido un preciado valor para su posesor, convirtiéndose en uno de los pilares básicos de un voraz Estado siempre necesitado de materia prima para su armamento, acuñaciones monetales o herramientas cotidianas.Fueron los romanos, siempre prácticos, los primeros explotadores masivos de las minas onubenses, desarrollando novedosos sistemas de extracción basados a partes iguales en el ingenio y en la técnica.
Las minas de Riotinto se conocen desde hace más de 5000 años, 5 milenios que han visto excavar, desenterrar, picar, martillear, extraer, barrenar, horadar sus vetustas paredes cobrizas.Una actividad tan incesante y esforzada ha deparado el vertido de sustancias residuales que se han filtrado inevitablemente a la red fluvial, creando espectros líquidos tan originales como el homónimo minero, el río Tinto, cuyo nombre hace gala a la elevada concentración de sales ferruginosas que porta en sus aguas, dotandolas de un gama de irisaciones que va desde el característico bermellón del cauce hasta el sulfuroso amarillo-ocre de sus orillas.
Resulta lógico deducir que la existencia de formas de vida en tales condiciones se antoja imposible.Pero la vida una vez más nos sorprende en forma de resistentes microorganismos con un singular metabolismo que les permite asimilar y medrar en el ponzoñoso disolvente.Parece ser que la poderosa NASA dedica una ingente inversión a los tales diminutos protagonistas con el planeta Marte en el punto de mira.
Sabemos que en Marte no hay ríos en la superficie, constatamos que no se conocen formas de vida tampoco, al menos visibles para el ojo humano.Pero podemos imaginar una presencia intangible medrando en la rojiza superficie marciana, sin agua, sin oxígeno.Mientras que no se pueda confirmar tal ilusión, podremos maravillarnos ante la contemplación de pequeñas pozas coloradas en el río Tinto.
Saludos.
Etiquetas: Panorama
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