BALONMANO HISPANO
En este país en el que tan dados somos a encumbrar figuras en la misma medida en la que despues echamos tierra sobre las mismas, desde siempre han existido insignes deportistas de alto nivel competitivo que se han labrado un nombre a base de entrega y sacrificio personal.Podemos encontrar afamados adalides deportivos en un amplio abanico de disciplinas que abarca desde el atletismo hasta la gimnasia deportiva pasando por el golf o la hípica.
A este elenco de deportistas individuales que, mediante su capacidad deportiva y esfuerzo personal, han conseguido ocupar un merecido trono dentro del olimpo de la élite, siempre se ha echado en falta la consecución de un éxito de similares resonancias dentro de los deportes colectivos, en las competiciones por equipos.
En un país eminentemente futbolero como es el nuestro, cada fracaso de la selección nacional de fútbol nos sume en una nueva depresión, que se verá realimentada en la siguiente cita competitiva.Añádase baloncesto, voleibol, hockey hierba.
Conscientemente, he omitido el balonmano dentro de esa nefasta lista, porque constituye una esplendorosa excepción en el panorama deportivo patrio.
Y si ahondamos en las posibles premisas que han llevado al balonmano a lo más alto del escenario balonmanístico mundial, debemos acudir a la excepcional calidad natural del jugador español junto con la madurez necesaria para asumir la responsabilidad en momentos delicados, que es la característica que define a un gran jugador.
Es el balonmano un deporte sacrificado, que no cuenta con el encanto mediático de otros deportes vedettes ni sus jugadores están habituados a firmar demasiados autógrafos.Pero ahí están los resultados.
Por mi parte, no dudo en calificar como uno de los mayores éxitos del deporte español la consecución del título mundial en Túnez 2005.Levanto mi copa de cava, catalán por supuesto, por los Garralda, Romero, Entrerríos, García, Rocas, Barrufet & company.
Y para terminar, otro sabio refrán que escenifica a la perfección esta parrafada anterior, No es oro todo lo que reluce.
Saludos.
A este elenco de deportistas individuales que, mediante su capacidad deportiva y esfuerzo personal, han conseguido ocupar un merecido trono dentro del olimpo de la élite, siempre se ha echado en falta la consecución de un éxito de similares resonancias dentro de los deportes colectivos, en las competiciones por equipos.
En un país eminentemente futbolero como es el nuestro, cada fracaso de la selección nacional de fútbol nos sume en una nueva depresión, que se verá realimentada en la siguiente cita competitiva.Añádase baloncesto, voleibol, hockey hierba.
Conscientemente, he omitido el balonmano dentro de esa nefasta lista, porque constituye una esplendorosa excepción en el panorama deportivo patrio.
Y si ahondamos en las posibles premisas que han llevado al balonmano a lo más alto del escenario balonmanístico mundial, debemos acudir a la excepcional calidad natural del jugador español junto con la madurez necesaria para asumir la responsabilidad en momentos delicados, que es la característica que define a un gran jugador.
Es el balonmano un deporte sacrificado, que no cuenta con el encanto mediático de otros deportes vedettes ni sus jugadores están habituados a firmar demasiados autógrafos.Pero ahí están los resultados.
Por mi parte, no dudo en calificar como uno de los mayores éxitos del deporte español la consecución del título mundial en Túnez 2005.Levanto mi copa de cava, catalán por supuesto, por los Garralda, Romero, Entrerríos, García, Rocas, Barrufet & company.
Y para terminar, otro sabio refrán que escenifica a la perfección esta parrafada anterior, No es oro todo lo que reluce.
Saludos.
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