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viernes, diciembre 29, 2006

ESPEJUELO

Nuestras viviendas cuentan con aberturas en sus paredes, ventanas, destinadas a permitir el paso de la luz solar a la vez que preservar una adecuada estanqueidad entre ambiente exterior e interior.Para ello se engarza una gruesa lámina cristalina dentro de un marco metálico de aluminio que sirve como soporte enganchado mediante bisagras que posibilitan una fácil apertura.A la vez que regulan la iluminación natural que recibe la estancia, establecen una superficie de separación entre ambientes y ofrecen la opción de purificar y atemperar la enrarecida atmósfera interior.

Hace dos mil años, un morador de alguna populosa urbe romana en suelo ibérico, ya fuera Emérita Augusta o Tarraco, no tenía la más mínima idea acerca de los perfiles de aluminio ni siquiera conocía la existencia del vidrio, aunque al igual que en nuestras casas actuales, contaba con esas aberturas en los muros de su vivienda para poder aprovechar tanto la radiación solar como la frescura de la brisa mañanera.En un incipiente intento por conseguir aislamiento del exterior sin perder las ventajas que brinda la iluminación natural, los constructores romanos echaron mano de un material presente en la naturaleza que reunía ambas propiedades.

Los romanos llamaban lapis specularis a formaciones minerales de yeso cristalizadas en forma de láminas con un grosor y un grado de transparencia tales que las convertían en los objetos precisos para ocupar el espacio vacío de los vanos habitacionales.Y para extraer el preciado mineral del vientre materno de roca, la ingeniería romana ideó un ingenioso sistema de minas a base de pozos verticales horadados en la superficie atravesados por una intrincada red de galerías subterráneas de las que se obtenía el deseado espejuelo.

Se han localizado en los alrededores de la antigua ciudad romana de Segóbriga(Cabeza del Griego-Saelices-Cuenca) toda una extensa maraña de minas destinadas a la extracción del lapis specularis a fin de abastecer un exigente mercado.Parece que el espejuelo de la Mancha conquense gozó en todo el universo romano de una reconocida fama por sus cualidades lumínicas.Tanta era su importancia mercantil que, en gran parte, el desarrollo urbanístico y demográfico de Segóbriga estuvo íntimamente ligado a la producción y comercialización de este antecesor del cristal.Pasaron centurias y ahora sólo permanecen, en Torrejoncillo del Rey y Osa de la Vega, las bocaminas reabiertas junto a ingentes depósitos de materiales de desecho como mudos testigos de una inhumana explotación minera que debió cobrarse numerosas víctimas de un sistema eminentemente esclavista como lo era el romano.Está escrito que muchos deben pasar penurias, aun a costa de su propia vida, para que unos cuantos elegidos puedan disfrutar del fruto de su penoso trabajo.Todavía hay grilletes, aunque ahora se disfracen bajo sutiles materiales como sedas, oropeles y contratos.Estando como estamos en Navidad, olvidemos pasadas rencillas y deseemos un menos penoso año Nuevo para aquellos que, desgraciadamente, cuentan por penosos cada uno de los años de su existencia.Feliz consumo, chicos y chicas.

Saludos.

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