PARÁBOLA DEL HILO
Resulta paradójico observar nuestra propia evolución a lo largo de la existencia que nos ha correspondido describir, enfatizando particularmente sobre el tejido social y relacional que entretejemos desde el momento en el que empezamos a tener verdadera conciencia de nuestra identidad.
En la infancia, se presenta todo un universo de estímulos, la inocencia de nacimiento facilita el establecimiento de una amplia red de relaciones de incipiente carácter social, la anchura de nuestro camino se antoja ilimitada, inabarcable.
Durante nuestra juventud, aparecen nuevas experiencias, se empiezan a sentar las bases sobre las que se desarrollará nuestra personalidad, pero a medida que avanza el reloj biológico, inexorablemente, se va reduciendo en la misma medida la posibilidad de cambiar de dirección, incluso de camino.
Edad adulta.Una vez asentada nuestra personalidad, se presentan nuevos retos vitales que asumimos voluntariamente, nuestra capacidad de decisión es alta, el convencimiento autoasumido acerca de los retos que nos planteamos a diario nos aboca inevitablemente hacia una sola dirección, de la que raramente solemos separarnos.
Nuestro universo relacional, involuntariamente, se reduce cada vez más, hasta llegar a convertirse en un delgado hilo que sustenta nuestra existencia.
Es tarea ardua y fatigosa tener que luchar por mantener el hilo dentro de un intervalo saludable, pero estimo que no hay que abandonarse a su suerte.Espero encontrarme alejado de tal umbral.
Ustedes que tienen la deferencia impagable de recorrer con sus ojitos mis garabateadas frases, conocen su umbral?
Saludos.
En la infancia, se presenta todo un universo de estímulos, la inocencia de nacimiento facilita el establecimiento de una amplia red de relaciones de incipiente carácter social, la anchura de nuestro camino se antoja ilimitada, inabarcable.
Durante nuestra juventud, aparecen nuevas experiencias, se empiezan a sentar las bases sobre las que se desarrollará nuestra personalidad, pero a medida que avanza el reloj biológico, inexorablemente, se va reduciendo en la misma medida la posibilidad de cambiar de dirección, incluso de camino.
Edad adulta.Una vez asentada nuestra personalidad, se presentan nuevos retos vitales que asumimos voluntariamente, nuestra capacidad de decisión es alta, el convencimiento autoasumido acerca de los retos que nos planteamos a diario nos aboca inevitablemente hacia una sola dirección, de la que raramente solemos separarnos.
Nuestro universo relacional, involuntariamente, se reduce cada vez más, hasta llegar a convertirse en un delgado hilo que sustenta nuestra existencia.
Es tarea ardua y fatigosa tener que luchar por mantener el hilo dentro de un intervalo saludable, pero estimo que no hay que abandonarse a su suerte.Espero encontrarme alejado de tal umbral.
Ustedes que tienen la deferencia impagable de recorrer con sus ojitos mis garabateadas frases, conocen su umbral?
Saludos.
Etiquetas: Ámbito social, Disección
2 Comments:
Solo la resignación te lleva a pender de un hilo. La edad biológica está dentro de uno, y es la propia persona la que se cava su fosa. Muy interesante lo de Ortega y Gasset
Interesante reflexión orteguiana...La comparto y la asumo plenamente...
Lula, sabes cuanta gente vive sumida en la resignación????
Agur.
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