LIBÉLULAS
La aparente quietud que preside un ambiente ribereño fluvial se torna en majestuosa contemplación cuando la libélula irrumpe ejecutando sus ágiles piruetas volátiles entre el junco y la sarga o posando sus extremidades en la superficie del regato manteniendo un equilibrio milagroso.La libélula aporta ese grado de vivacidad y vistosidad que embelesa al que observa sus frenéticas evoluciones aéreas.
Las libélulas pertenecen a un orden de insectos tan antigüo sobre la faz de la Tierra como son los odonatos, unos insectos carnívoros depredadores con una depurada técnica voladora que reinaron en la era paleozoica de los bosques de helechos arborescentes merced a un tamaño que podía alcanzar hasta los 80 cm de envergadura.
Desde que una hembra pone un huevo adherido a una planta acuática hasta que se produce la eclosión del ejemplar adulto, la metamorfosis puede demorar hasta la friolera de 5 años, algo desacostumbrado en el mundo animal, más si tenemos en cuenta que la libélula muere al asomar el invierno.Una dilatada infancia para una fugaz madurez.
El complejo ritual de apareamiento de esta especie consiste en un elástico ejercicio de contorsionismo digno del más avezado de los equilibristas en el que la hembra eleva su abdomen hasta alcanzar el órgano sexual del macho, situado a la mitad de su longilíneo cuerpo, y recoger su esperma mientras que el macho eleva a su vez el suyo hasta apoyar la base de su abdomen sobre la cabeza de la hembra.En tal circense posición, la figura que forman ambos amantes se conoce como la rueda y, curiosamente, adopta la silueta de un corazón.
Aviso para navegantes: No intenten emular la conducta de las libélulas con sus respectivas parejas a riesgo de una luxación vertebral o algo peor.Con lo sencillo que es dibujar un corazón de tiza en la pared.Habrá que apelar a Cupido en el futuro, aunque haya que acudir a la radio.
Saludos.
Las libélulas pertenecen a un orden de insectos tan antigüo sobre la faz de la Tierra como son los odonatos, unos insectos carnívoros depredadores con una depurada técnica voladora que reinaron en la era paleozoica de los bosques de helechos arborescentes merced a un tamaño que podía alcanzar hasta los 80 cm de envergadura.
Desde que una hembra pone un huevo adherido a una planta acuática hasta que se produce la eclosión del ejemplar adulto, la metamorfosis puede demorar hasta la friolera de 5 años, algo desacostumbrado en el mundo animal, más si tenemos en cuenta que la libélula muere al asomar el invierno.Una dilatada infancia para una fugaz madurez.
El complejo ritual de apareamiento de esta especie consiste en un elástico ejercicio de contorsionismo digno del más avezado de los equilibristas en el que la hembra eleva su abdomen hasta alcanzar el órgano sexual del macho, situado a la mitad de su longilíneo cuerpo, y recoger su esperma mientras que el macho eleva a su vez el suyo hasta apoyar la base de su abdomen sobre la cabeza de la hembra.En tal circense posición, la figura que forman ambos amantes se conoce como la rueda y, curiosamente, adopta la silueta de un corazón.
Aviso para navegantes: No intenten emular la conducta de las libélulas con sus respectivas parejas a riesgo de una luxación vertebral o algo peor.Con lo sencillo que es dibujar un corazón de tiza en la pared.Habrá que apelar a Cupido en el futuro, aunque haya que acudir a la radio.
Saludos.
Etiquetas: Fauna
2 Comments:
mmm gracias por el aviso!
;-)
la libélula, no sé por qué, siempre ha tenido para mi unas connotaciones de misterio...
besos!
Almena:
Verdad que parece que tiene algo de criatura de pesadilla???
Agur.
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