DUALIDAD TRASCENDENTAL
La esencia humana radica en dos principios complementarios e indivisibles como son el componente femenino y el principio masculino.Ya desde tiempos remotos ambos principios se han visto enzarzados en una constante lucha en aras a la imposición de uno al otro.
La visión femenina, como engendradora de vida, relacionada con una visión hedonista de la existencia donde el corazón y las pasiones ocupan un lugar preponderante en la concepción vital, se identificó de antiguo con la deificación de la luna, nuestro más fiel satélite.Las primeras e incipientes sociedades humanas extendieron y difundieron los cultos lunares como expresión de la supremacía del principio femenino.
Antagónicamente, la vertiente masculina opone una visión que antepone la razón al corazón, el mundo de las ideas frente al mundo de las sensaciones, el espíritu al cuerpo, una concepción constreñidora y metodista frente a otra en la que la libertad es parte constituyente de la realidad existencial.No es extraño, por tanto, pensar en el astro solar como la materialización trascendente de tal corriente de pensamiento.
Si se puede hablar con rotundidad sobre el momento en el que la cosmogonía solar consiguió erigirse y sobreponerse definitivamente a su contraria, creo que tal honor debería recaer en la aparición estelar y oportuna de un personaje de difusa traza histórica cuya fértil herencia filosófica nos ha sido legada para la posteridad, Jesús de Nazareth.
A él se debe el destierro del culto a la diosa madre en favor del padre, el establecimiento de la unicidad frente a la multiplicidad, la supremacía de la razón frente al mundo de los sentidos, la pureza del espíritu frente a las pecaminosas pasiones de la carne.En suma, la imposición del universo masculino.
Si deseais profundizar algo más sobre la cuestión latente, que he desarrollado sucintamente dadas mis innatas limitaciones expresivas y redactivas, os emplazo a que leais el libro Rey, Jesús del feraz autor británico Robert Graves.Estoy seguro de que algunas almas inquietas verán tambalearse los cimientos de sus creencias.Y no creo que eso sea malo del todo.
Por cierto, tengo un acertijo del mismo cariz, con recompensa en forma de sendos tickets para el próximo sermón de la montaña, que versa acerca de la verdadera simbología que se esconde detrás del Dios uno y trino del Panteón cristiano:
¿Qué representa cada una de las personas de la Trinidad divina : Padre, Hijo y Espíritu Santo?
Saludos.
La visión femenina, como engendradora de vida, relacionada con una visión hedonista de la existencia donde el corazón y las pasiones ocupan un lugar preponderante en la concepción vital, se identificó de antiguo con la deificación de la luna, nuestro más fiel satélite.Las primeras e incipientes sociedades humanas extendieron y difundieron los cultos lunares como expresión de la supremacía del principio femenino.
Antagónicamente, la vertiente masculina opone una visión que antepone la razón al corazón, el mundo de las ideas frente al mundo de las sensaciones, el espíritu al cuerpo, una concepción constreñidora y metodista frente a otra en la que la libertad es parte constituyente de la realidad existencial.No es extraño, por tanto, pensar en el astro solar como la materialización trascendente de tal corriente de pensamiento.
Si se puede hablar con rotundidad sobre el momento en el que la cosmogonía solar consiguió erigirse y sobreponerse definitivamente a su contraria, creo que tal honor debería recaer en la aparición estelar y oportuna de un personaje de difusa traza histórica cuya fértil herencia filosófica nos ha sido legada para la posteridad, Jesús de Nazareth.
A él se debe el destierro del culto a la diosa madre en favor del padre, el establecimiento de la unicidad frente a la multiplicidad, la supremacía de la razón frente al mundo de los sentidos, la pureza del espíritu frente a las pecaminosas pasiones de la carne.En suma, la imposición del universo masculino.
Si deseais profundizar algo más sobre la cuestión latente, que he desarrollado sucintamente dadas mis innatas limitaciones expresivas y redactivas, os emplazo a que leais el libro Rey, Jesús del feraz autor británico Robert Graves.Estoy seguro de que algunas almas inquietas verán tambalearse los cimientos de sus creencias.Y no creo que eso sea malo del todo.
Por cierto, tengo un acertijo del mismo cariz, con recompensa en forma de sendos tickets para el próximo sermón de la montaña, que versa acerca de la verdadera simbología que se esconde detrás del Dios uno y trino del Panteón cristiano:
¿Qué representa cada una de las personas de la Trinidad divina : Padre, Hijo y Espíritu Santo?
Saludos.
Etiquetas: Antropología, Credos, Ontología, Scriptum
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