NIEBLA

Esta escena, pura y dura invención, contempla varias de las acepciones o referencias de tipo literario que se derivan del término niebla.Johanna Spyri y Unamuno fueron contemporáneos, al menos en cuanto a su producción literaria, aunque desconozco el nivel de conocimiento mutuo de sus respectivas obras.Lo cierto es que el uno empleó la niebla para titular una de sus más originales novelas, mientras que la suiza le confirió tal nombre al cachazudo perro propiedad del abuelito de la inmortal Heidi.
No obstante, en la provincia de Huelva se encuentra la localidad de Niebla, situada en un enclave ocupado desde el Neolítico por el ser humano.Sucesivas civilizaciones pasaron por el solar onubense dejando su huella particular, desde la romana Ilipla hasta la sarracena Lebla.Fue el rey Sabio, Alfonso X, el que tuvo el dudoso honor de reconquistar Niebla para las armas cristianas en el año del Señor de 1262.Y esto no tendría nada de especial relevancia, al menos no mayor que la recuperación para la cristiandad de otras plazas hispanas, si no fuese porque fue durante el prolongado asedio a la ciudad, similar a la duración de un parto, cuando se empleó la pólvora por primera vez en Occidente con objetivos bélicos de por medio.La efectividad y la capacidad destructora de aquellos primeros proyectiles distaba mucho de constituir una ventaja definitiva para cualquiera de los bandos en conflicto.Es posible que se aproximaran bastante a unos fuegos de artificio elementales que harían las delicias de más de un forzado espectador a la luz mortecina de la luna sureña.Norte, Sur, unidos por Niebla.
Saludos.
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