Según refieren los cada vez más escasos testigos del pasado reciente, digamos la posguerra civil, hubo un tiempo que asistió a la proliferación y prosperidad de numerosos alfares artesanos, hasta 40 obradores llegó a haber, que surtían a localidad y comarca de toda una amplia variedad de piezas de vajilla de uso doméstico, como vasos, platos, fuentes o pucheros, u otras vasijas empleadas en otros menesteres como tinajas para la elaboración artesanal de vino.
Un objeto que se antojaba imprescindible en el hogar, sobre todo durante el abrasador verano mesetario, era el preciado botijo o botija, que con ambos géneros se puede designar.Valiéndose de una sabia tradición milenaria, conocedora de las excelentes propiedades aislantes que ofrece la arcilla cocida, en una época todavía temprana para conocer las bondades de la refrigeración eléctrica y otras comodidades modernas, miles de paisanos han refrescado su gaznate alzando el botijo por encima de su cabeza para dejar caer el chorro de agua fresca sobre su sedienta garganta.
El botijo es un recipiente de barro cocido de base redonda y vientre panzudo que se estrecha en su parte superior para acomodar los tres componentes esenciales del mismo.En el centro figura la argolla o asidero por la que se agarra el botijo, en un lado la boca por la que se procede al llenado mientras que en el lado opuesto se halla el pitorro por el que se desliza el chorro de agua.
La universalización del consumo, producto del progreso material, hace tiempo que acabó con el floreciente emporio alfarero, reducida a su mínima expresión y orientada hacia el mercado turístico, aunque todavía subsisten algunos hogares que se resisten al abandono de prácticas seculares como el uso del botijo.Y es dable observar como el botijo sigue ocupando su lugar, resguardado del bochorno exterior, preservando, de manera totalmente natural, el agua fresca sin experimentar desagradables estremecimientos dentales.Aunque imágenes como las de antaño, con largas colas de esforzadas mujeres aguardando pacientemente su turno para rellenar sus botijos ante el grueso caño de una inagotable fuente, ésas, ya no volverán.Oiga, que tampoco deseamos que vuelvan, no nos engañemos.
Saludos.
Etiquetas: Enseres
2 Comments:
jjaaa me recuerda la expresion cuerpo de botijo...ummm
Peg:
Peor es culo de vaso...tu llevas anteojos???
Agur.
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