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sábado, junio 09, 2007

MUERTE EN VENECIA

Hace años que las más altas instituciones estatales del mundo de la Cultura en general están empeñadas, sano empeño por cierto, en que nuestro país abandone los últimos puestos dentro del ranking europeo de lectura.Campañas periódicas nos recuerdan lo estimulante de la práctica solitaria de la lectura a la par que didáctico, ameno y útil.En muchos casos, un hábito firmemente adquirido desde la infancia no deja caer en saco roto estas recomendaciones.

Lo cierto es que un libro se ha convertido en un producto esencialmente caro para el bolsillo del consumidor medio.La evolución de la técnica impresora, la superior calidad del papel, la encuadernación o las suntuosas cubiertas han disparado el precio de un artículo de primera necesidad intelectual, indispensable para muchos en la mesilla de noche o en el trayecto en transporte público.Un tanto hastiado de recurrir a viejas ediciones de bolsillo o a afamados clásicos de antaño, hace unos días tomé una decisión salomónica: decidí inscribirme en una biblioteca pública sin renunciar a seguir aprovisionándome, cuando la ocasión lo merezca, de asequibles ejemplares literarios.

Y para celebrar mi debut en tales lides, elegí una obra del escritor alemán Thomas Mann que lleva por título La muerte en Venecia.Jamás había leído tal obra, aunque conocía la versión cinematográfica, magistral afirman los entendidos, dirigida por Luchino Visconti y protagonizada por Dirk Bogarde.Despues de desgranar esta corta novela, no más allá de las 100 páginas, debo felicitarme por ello pues en tan corto espacio he hallado una obra excepcional.

Enmarcada dentro de un escenario temporal como la década de 1910 en un marco geográfico tan singular para la mentalidad nórdica como es la Venecia serenísima, el autor radica su obra sobre dos de los pilares sobre los que se alza la iconografía humana, tan esenciales como lo son el amor y la muerte.Alentado por un espontáneo deseo irreprimible, un celebrado escritor, alter ego del propio autor, decide embarcarse en una aventura meridional que le conducirá a un destino inevitable al que se encaminará convencido.Descubrirá, fatalmente, que el depositario físico de sus más íntimos devaneos amorosos, un apolíneo efebo polaco adolescente, encarna simultáneamente la parca, la segadora de almas.En un ejercicio de supremo amor, sobreponiéndose a la instintiva capacidad de supervivencia, el protagonista se abandona en los brazos de la muerte, sabedor de que sólo ella podrá separarlo de su platónico objeto de deseo.Es curioso observar este esquema existencial, más propio de caracteres sureños, en un individuo de extracción centroeuropea.Tal vez sea consecuencia del influjo mediterráneo que se percibe en el conjunto de su obra.

Saludos.

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3 Comments:

Blogger Désirée said...

Felicidades por la tarjeta de la biblioteca.
La idea de biblioteca pública es de las mejores que se han inventado.
Muerte en Venecia es magistral, sensual, sutil y cruda a la vez. Merece la pena leerlo al menos dos veces!

7:23 p. m., junio 09, 2007  
Blogger Galufante said...

Demo:

Bueno, era una idea largamente acariciada que finalmente se ha materializado.

Me pasa como con los lugares que visito, a pesar de que me dejen un poso iolvidable, no suelo volver a repetir ni libro ni destino...sólo tengo una vida para tantos libros y tantos lugares...

Agur.

2:55 p. m., junio 10, 2007  
Blogger Peggy said...

para mi es un mito tanto la pelicula , de las mejores visuales que he visto , como el libro ....el protagonista es un alma atormentada y muy europeo , su ansiedad es muy distinta a los torridos dramas sureños de Usa ....mucho mas existencial y nihilista ...:) kiss

1:50 p. m., junio 12, 2007  

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