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domingo, febrero 18, 2007

VERDE

Dentro de la infinita gama de colores que componen el espectro visible para el ojo humano, se considera la tonalidad cromática del verde como uno de los colores primarios junto al rojo y al azul.Una determinada combinación y proporción de los colores básicos da lugar a todo un infinitesimal abanico de irisaciones captadas por la retina humana y transmitidas por el nervio óptico hasta la corteza cerebral, donde las imágenes serán adecuadamente procesadas.Ante ciertas explosiones visuales, la reacción ordenada por la unidad procesadora acarrea alguna que otra exclamación ya sea admirativa o despreciativa.

Se asocia el color verde con la naturaleza en estado puro, no en vano el verde es el color de las hojas de los vegetales que cubren gran parte de la superficie terrestre, el verde constitutivo de la clorofila, esencial para que las plantas puedan realizar la fotosíntesis, contribuyendo con ello a oxigenar la maltratada atmósfera terráquea.Es el verde, pues, un color de la vida, pilar básico sobre el que se asienta la cadena trófica cuya cúspide ocupa el ser humano.Se puede afirmar sin ambages que necesitamos inexcusablemente el verde para vivir.

Tal vez sea esa referencia a la exuberancia vitalista del verde botánico la que fundamenta la adscripción del mismo al ámbito de la esperanza, esa virtud que dicen que es lo último que se pierde.Cuando se produce el naufragio, la esperanza aparece como un sólido flotador al que aferrarse cual clavo ardiendo.Una cualidad exclusiva del género humano, consciente de su propia realidad, luchando contra los designios celestes que lo abocan a un destino incierto, cuando no inevitable.

El verde es también protagonista de numerosas construcciones gramaticales de nuestra lengua que ponen de manifiesto la polivalencia del sustantivo.Se suele emplear la expresión poner verde cuando se está criticando o insultando a una persona.Asimismo, y para explicitar una connotación de tipo sexual aplicada a una persona o un objeto se habla de un viejo verde o de un chiste verde.Cuando ese feo defecto tan español aflora, afirmamos que estamos verdes de envidia ante la fortuna ajena.El surtido refranero español nos recuerda que a buenas horas, mangas verdes, un dicho popular que hunde sus raices en aquella especie de policía rural instituida por los Reyes Católicos, la Santa Hermandad, de la que se decía, socarronamente, que siempre llegaba demasiado tarde al lugar de los hechos.

El romance sonámbulo, poema del insigne Federico García Lorca, sin embargo, muestra la cara más amarga de la esperanza, cuando el color verde cede paso al reflejo plateado de la luna sobre la sábana cristalina de un aljibe, como un negro nubarrón que vierte sus espesos lagrimones por la trágica suerte de los amantes, perdida toda esperanza de subsistencia.Nadie mejor que Federico para retratar, para enmarcar el tortuoso dramatismo del alma hispana, esa que tanto nos duele a veces.Verde, que te quiero verde.Del verde de la oliva.

Saludos.

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