REGLERO

Lustros atrás, un indicio infalible que presagiaba la inminente llegada de los fastos navideños lo constituía la desacostumbrada adquisición de la consabida cajita de pastas Reglero.Antes de que se hubiese vulnerado el precinto plástico que envolvía la caja, ya estaban adjudicados ante notario los destinatarios de cada uno de los exquisitos y valiosos mantecados.Y frecuentemente se producían ligeros altercados entre los miembros de la prole familiar por la posesión y posterior deglución de alguna de las pastas.

Han pasado muchos años, pero Reglero sigue produciendo sus famosos surtidos repletos de sabrosas delicias para gozo de numerosos hogares.Desde sus factorías palentinas siguen inundando los anaqueles de supermercados y tiendas con selectos productos herederos de una sabia tradición en la elaboración artesanal de galletas.Y entre sus productos estrella, los nevaditos ocupan un lugar preferencial aunque las parisinas no le van a la zaga.

Quedan lejanas aquellas gélidas Navidades en familia, reunida en torno al calor de la estufa de leña, mientras el hielo desgarra inmisericordemente la noche invernal, expectante ante uno de los acontecimientos más esperados del año, la ruptura del envoltorio que cubre una preciosa cajita de cartón cuyo contenido todos conocemos.Aunque la estufa ha quedado anacrónica, el hielo se ha convertido en un rara avis y la familia permanece disgregada, nadie puede sustraerme la ilusión imperecedera que experimento cada Navidad cuando separo el envoltorio plástico que protege mi cajita Reglero.Reglero, vuelve a casa por Navidad.

Saludos.