ESTOI
Aunque se pueda pensar que he cometido un error ortográfico en el título del post, en este caso no se trata de la forma verbal de la primera persona de indicativo del verbo estar, sino que más bien se refiere a un coqueto rincón situado en el incitante sur de nuestro vecino portugués, ese Algarve ensoñador y alegre que hace las delicias del visitante.Concretamente, no lejos de Faro, la urbe algarveña por excelencia, se encuentra una pequeña villa que acoge dos importantes atracciones turísticas como son las ruinas de la villa romana de Milreu y el palacete de Estoi.
Erigido en el siglo XVIII por un importante miembro de la nobleza portuguesa, siguiendo los patrones al uso dominados por un estilo a caballo entre el barroco y el rococó, con amplias zonas ajardinadas de inspiración versallesca salpicadas por románticos estanques de límpidas aguas y numerosas figuras esculpidas en suntuoso mármol.Y presidiendo el paseo central, una monumental fuente a la que se accede mediante una balaustrada cuyos lienzos de pared están cubiertos por esos típicos azulejos portugueses tan característicos del país vecino, con un preciosismo y una riqueza cromática y figurativa que los convierten en artísticas miniaturas.
Pasear por estos, un tanto decrépitos, jardines permite recrear un cierto aire decimonónico en el que si se presta atención hasta se pueden escuhar los ecos de antiguas conversaciones de hace más de un siglo entre sirvienta y señora cuando la tarde ya estaba avanzada y los rayos del sol se desvanecían más allá del Cabo de San Vicente.Desafortunadamente, hoy los caños de las fuentes se hallan huérfanos del líquido elemento, aunque eso no es óbice para reconocer el enorme encanto que tal apacible lugar despierta en el alma del viajero.Sean Venus y Diana, copias del original de Antonio Canova, testigos de nuestro paso.
Saludos.
Erigido en el siglo XVIII por un importante miembro de la nobleza portuguesa, siguiendo los patrones al uso dominados por un estilo a caballo entre el barroco y el rococó, con amplias zonas ajardinadas de inspiración versallesca salpicadas por románticos estanques de límpidas aguas y numerosas figuras esculpidas en suntuoso mármol.Y presidiendo el paseo central, una monumental fuente a la que se accede mediante una balaustrada cuyos lienzos de pared están cubiertos por esos típicos azulejos portugueses tan característicos del país vecino, con un preciosismo y una riqueza cromática y figurativa que los convierten en artísticas miniaturas.
Pasear por estos, un tanto decrépitos, jardines permite recrear un cierto aire decimonónico en el que si se presta atención hasta se pueden escuhar los ecos de antiguas conversaciones de hace más de un siglo entre sirvienta y señora cuando la tarde ya estaba avanzada y los rayos del sol se desvanecían más allá del Cabo de San Vicente.Desafortunadamente, hoy los caños de las fuentes se hallan huérfanos del líquido elemento, aunque eso no es óbice para reconocer el enorme encanto que tal apacible lugar despierta en el alma del viajero.Sean Venus y Diana, copias del original de Antonio Canova, testigos de nuestro paso.
Saludos.
Etiquetas: Panorama
2 Comments:
Pues mira , lo conozco , el algarve , se come bien ...:)
Peggy:
Menuda sibarita estás hecha...Vale do Lobo, tal vez???
Agur.
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